lunes, 2 de marzo de 2020

Libre albedrío, el mundo el ego.


Hace algún tiempo tuve la posibilidad de charlar con mi amigo Sergio sobre la cuestión fundamental del libre albedrío o el destino, cuestión esta que desde siempre ha despertado la curiosidad de yoguis, santos y sabios. 

Según charlábamos sobre el tema comencé a comprender algo que de algún modo no había tenido en consideración anteriormente. Mientras yo defendía que en realidad todo es únicamente la voluntad divina, que Dios es el único actor de todas las acciones, él se mantenía firme en su postura de que tenemos libre albedrío y la posibilidad de decidir nuestro destino. 

Según exponíamos nuestros argumentos ambas comprensiones se iban polarizando hasta parecer que no había punto de sintetización posible. Todo ello me dejó en cierto sentido un mal sabor de boca. Aunque comprendía los argumentos de mi hermano  seguía convencido de que mi postura era acertada. Después de nuestra charla decidí meditar durante largo tiempo con el deseo profundo de encontrar un punto de encuentro entre estas dos visiones antagonistas.  Cuando acabé la meditación, en un estado de gran paz y silencio surgió en mi interior esta pregunta;  "Madre, ¿Existe en realidad el libre albedrío?"

Inmediatamente apareció una respuesta que me lleno de gozo y esperanza; "Existen tanto el libre albedrio como la voluntad divina". En cierto nivel de conciencia cuando aún nos identificamos con nuestro ego y nos seguimos percibiendo como un ser individual, vivimos en el plano del libre albedrío. En esta dimensión, que es en la que vivimos la inmensa mayoría de la humanidad, el ego tiene su libre albedrio, su capacidad para tomar sus decisiones, para realizar sus acciones, para guiar su vida. 

Pero existe otro plano de existencia, el cual es considerado por el yogui como el plano de la realidad. En ese plano espiritual solamente existe la voluntad divina, ya que en dicho plano solamente existe un solo ser aunque imaginariamente se refleja en cada ser individual, pero que en realidad siempre es únicamente uno. Este ser único es el que realiza todas las acciones, quien toma todas las decisiones, incluso quien impulsa todos los acontecimientos en el plano de lo manifiesto. 

Esta respuesta permite que ambas posturas puedan sintetizarse complementando una comprensión más amplia de ambas. Lo mismo ocurre en muchos otros aspectos de la vida. ¿Existe un solo Dios o existen multitud de deidades? ¿Todo es Dios o existe Dios y el demonio?  En realidad se trata de lo mismo. En el plano de lo manifiesto donde nos identificamos con nuestro ego y nuestro cuerpo todos los pares de opuestos parecen reales y los podemos sentir claramente. Pero en el plano espiritual podemos percibir que ambos pares de  opuestos son en realidad uno solo. Todos los dioses son en realidad el dios único, su diferencia es solo aparente para el ego. Tanto lo que nos parece negativo y maligno como lo positivo y divino son también parte del mismo ser único, que únicamente adopta esta forma ilusoria en el plano del ego.