Siempre he sentido un profundo deseo de poder escuchar la Voz Divina, lo que Dios quiere de mi. Pero me di cuenta que estoy sordo y no puedo oirle. Estoy ciego, y no puedo verle. Entonces con sincero deseo le pedi humildemente; Dame oidos para oirte, y ojos para poder verte, corazon para amarte y boca para poder hablarle.
Entonces su amor sublime me colmo con grandes dones, y a menudo en mi meditacion le escucho. Ayer me dijo con maternal dulzura: Ciertas cosas y sucesos han de ocurrir irremediablemente, pero tu no te preocupes, deja que todo suceda como ha de suceder y acepta la vida tal y como es, pues asi ha de ser. Yo siempre estoy contigo y te amo con locura.
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