La protección ante la negatividad

A veces en nuestra vida atravesamos por situaciones que consideramos negativas, sentimos que el mal nos acecha, que algunas personas son negativas, o que el mundo conspira contra nosotros.

Este mismo pensamiento actúa como canal transmisor de esas energías a nuestro interior. Nuestra atención se ve entonces contaminada y repetitivos pensamientos sobre estas situaciones o personas negativas se agolpan en nuestra mente. Hemos abierto la puerta al mal, que aprovecha la ocasión y se precipita con gran fuerza a nuestro interior. Lo que el mal provoca a través de estos pensamientos venenosos es un desequilibrio interior, odio o rencor, agresividad o depresión, juicio de los demás o culpabilidad, sin duda todo un sin fin efectos indeseables.

Ahora bien, aunque sepamos que estos pensamientos en nuestro interior sin duda nos están dañando; ¿como librarnos de ese mal que como un caballo desbocado galopa en nuestra mente?

La solución es el amor incondicional.

Si sobre aquel que me injuria, conscientemente derramo todo el amor de mi espíritu, mi alma se verá a salvo. Entonces en vez de abrir la puerta al mal que intenta poseerme, la abriré al Divino que impregna cada átomo de existencia. Entonces en vez de sentir temor sentiré la completa confianza de mi naturaleza eterna y pura, en vez de dolor y pena sentiré un infinito gozo. Aprenderé a rezar por aquel que me critica, a aceptar con ánimo alegra lo que el mundo me depara, a vivir como un niño pequeño gozando de cada segundo de existencia que se me ha regalado.

Aprendamos a fijar nuestra mente en la positividad del universo, en lo bueno que hay en cada ser, en la belleza de cada instante, permitiendo así que el flujo amoroso alcance lo más profundo de nuestro corazón.

Aprendamos también a alejar nuestra mente del lado obscuro y negativo, del pensamiento que enjuicia, de la demoniaca crítica, de la autoflagelación continua, manteniéndonos así absolutamente protegidos.

Solo el amor vence siempre, solo el amor nos enriquece.