Por casualidad hace unos días cayo en mis manos un libro que me dejo un mensaje muy bonito que quisiera compartir.
Muchas veces no somos conscientes de la repercusión de nuestras acciones y actitudes. Quiza pensamos que no tienen ninguna trascendencia o que son insignificates pero lo cierto es que todas nuestras acciones y gestos dejan marcada nuestra huella en el mundo. A veces personas con las que compartimos momentos quedan impregnadas de nuestra esencia. Incluso esa huella se va extendiendo a otros con los que ni siquiera hemos tenido un contacto excesivo.
Sin duda dejamos una huella en este mundo. La cuestión importante es decidir que huella queremos dejar. Toda la materia que nos rodea podría ser considerada como algo vacío. En nuestro momento de partir dejaremos todo aquí y no podremos llevar con nosotros ni un solo grano de arena. La materia y las pertenencias son algo pasajero y efímero.
En cambio nuestra actitud en la vida y la huella que marcamos en el mundo nos acompañarán siempre y formarán parte de nuestra evolución y conciencia.
Al comenzar cada nuevo día, el ser consciente de lo que queremos dar al mundo, de la actitud que queremos mostrar, de lo que queremos aportar a las personas que nos rodean, nos ayuda a dejar la huella que queremos dejar en el mundo. Y por la noche, después de haber vivido diferentes experiencias durante el día, el poder hacer introspección y ver con que parte de nuestras acciones nos sentimos satisfechos y que acciones debemos mejorar, también nos ayudara a mejorar nuestra huella.
¿Acaso hay algo más importante en este mundo que las personas? ¿Por que no dedicarnos con atención y esmero a cuidar de las relaciones con todos? ¿Por qué no ofrecer sonrisas y alegría en vez de enfado o tristeza?
Nunca sabremos hasta donde puede llegar nuestra huella pero conviene recordar que a veces pequeños gestos cargados de amor sincero pueden provocar grandes milagros en nosotros y en el mundo.
Muchas veces no somos conscientes de la repercusión de nuestras acciones y actitudes. Quiza pensamos que no tienen ninguna trascendencia o que son insignificates pero lo cierto es que todas nuestras acciones y gestos dejan marcada nuestra huella en el mundo. A veces personas con las que compartimos momentos quedan impregnadas de nuestra esencia. Incluso esa huella se va extendiendo a otros con los que ni siquiera hemos tenido un contacto excesivo.
Sin duda dejamos una huella en este mundo. La cuestión importante es decidir que huella queremos dejar. Toda la materia que nos rodea podría ser considerada como algo vacío. En nuestro momento de partir dejaremos todo aquí y no podremos llevar con nosotros ni un solo grano de arena. La materia y las pertenencias son algo pasajero y efímero.
En cambio nuestra actitud en la vida y la huella que marcamos en el mundo nos acompañarán siempre y formarán parte de nuestra evolución y conciencia.
Al comenzar cada nuevo día, el ser consciente de lo que queremos dar al mundo, de la actitud que queremos mostrar, de lo que queremos aportar a las personas que nos rodean, nos ayuda a dejar la huella que queremos dejar en el mundo. Y por la noche, después de haber vivido diferentes experiencias durante el día, el poder hacer introspección y ver con que parte de nuestras acciones nos sentimos satisfechos y que acciones debemos mejorar, también nos ayudara a mejorar nuestra huella.
¿Acaso hay algo más importante en este mundo que las personas? ¿Por que no dedicarnos con atención y esmero a cuidar de las relaciones con todos? ¿Por qué no ofrecer sonrisas y alegría en vez de enfado o tristeza?
Nunca sabremos hasta donde puede llegar nuestra huella pero conviene recordar que a veces pequeños gestos cargados de amor sincero pueden provocar grandes milagros en nosotros y en el mundo.
el amor es el arma mas poderoso del mundo
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