Ayer en la meditación colectiva en Londres vimos un video que me
impacto profundamente. Es el Navaratri Puja del 2001.
En la charla Madre describe el
peligro de las escuelas de odio (madrasas) que hoy día se extienden por todo el
mundo contaminando el corazón de muchas personas y fomentando el terrorismo.
Madre se muestra extremadamente
preocupada con este problema e incluso llega a mencionar que si esta energía
destructiva sigue creciendo podría ser el final de la humanidad.
Después de describir el
funcionamiento de estos grupos destructivos y malignos Madre nos describe como
nosotros como sahaja yoguis podemos ayudarla a ella y al mundo a combatir esta
negatividad.
Solo el amor puede luchar
contra el odio.
En esta charla Madre nos pide
con gran preocupación que seamos completamente sinceros y observemos a cuantas
personas aún odiamos, a cuantas personas juzgamos, a cuantas rechazamos y a
cuantas en cambio amamos y aceptamos. Nos pide que elijamos desterrar el odio
contra cualquier persona incluso en el caso de que esta persona nos haya hecho
daño.
Esta guerra entre el amor y
el odio se está librando en el interior de cada uno de nosotros.
En mi propia experiencia he
observado que esta guerra interna es un juego muy sutil ya que nuestro ego es
experto en justificar la semilla del odio basándose en hechos que juzga
negativos en los demás. Pero lo cierto es que no hay justificación al odio, especialmente
para los sahaja yoguis que son los responsables primeros de eliminar la semilla
del mal en su interior para después alimentar al mundo con el fruto del amor
puro.
Es muy evidente y lógico que si
aún mantenemos la semilla del odio en nuestro interior el amor de Madre
no podrá manifestarse plenamente.
Si hay tan solo una persona
en el mundo a la que rechazamos, juzgamos y por ende odiamos, no podremos
alcanzar el corazón de Dios donde todos son el mismo y su amor incondicional.
Cuando nuestro corazón se resiste a abandonar el odio basandose en memorias tristes o dolorosas con otras personas, el conocimiento de la verdad podría ser el catalizador para transformar la oscuridad en luz en nuestro interior. El conocimiento de la verdad es que somos lo que somos y siempre lo seremos. Somos una partícula diminuta y a la vez todo lo que existe. Somos la conciencia que sin ocupar ningún espacio a la vez llena todo el espacio existente. Somos existencia pura, sin forma, sin nombre, sin atributos, sin nacimiento ni muerte. Somos el vacio y a la vez la energía del amor que todo lo ha creado. Somos el mismo ser en todos los seres.
Así pues si todos son una célula del amor Divino, ¿cómo no amar su esencia que es tan bella y adorable?
Lo que rechazamos o juzgamos en los demás no es mas que una cascara transitoria y sin vida propia, un recipiente vacío que aparece y desaparece cuando la esencia así lo decide. ¿Porqué entonces resistirse a la trasmutacion del odio en amor en nosotros y de este modo impedir que la luz ilumine nuestro corazón completamente?
Cuando nuestro corazón se resiste a abandonar el odio basandose en memorias tristes o dolorosas con otras personas, el conocimiento de la verdad podría ser el catalizador para transformar la oscuridad en luz en nuestro interior. El conocimiento de la verdad es que somos lo que somos y siempre lo seremos. Somos una partícula diminuta y a la vez todo lo que existe. Somos la conciencia que sin ocupar ningún espacio a la vez llena todo el espacio existente. Somos existencia pura, sin forma, sin nombre, sin atributos, sin nacimiento ni muerte. Somos el vacio y a la vez la energía del amor que todo lo ha creado. Somos el mismo ser en todos los seres.
Así pues si todos son una célula del amor Divino, ¿cómo no amar su esencia que es tan bella y adorable?
Lo que rechazamos o juzgamos en los demás no es mas que una cascara transitoria y sin vida propia, un recipiente vacío que aparece y desaparece cuando la esencia así lo decide. ¿Porqué entonces resistirse a la trasmutacion del odio en amor en nosotros y de este modo impedir que la luz ilumine nuestro corazón completamente?
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