Sahaja Yoga aporta el despertar de la energía Kundalini, hecho este que ha de ser experimentado a nivel individual de una forma clara y concreta. La experiencia se siente como una sutil “brisa fresca” que fluye en nuestras manos y de lo alto de la cabeza.
Este despertar es un acontecimiento espontáneo y es el primer paso para adquirir una conciencia nueva a la que llamamos “conciencia vibratoria”. Esta conciencia vibratoria es básicamente ser capaz de captar la energía sutil en nosotros y en todas las cosas.
La energía Kundalini es la “energía de la conciencia” que hay en cada ser y es algo individual e inseparable de nosotros mismos. No es algo externo sino interior.
La energía Kundalini no puede ser controlada por la voluntad pero tampoco traspasa nuestra propia voluntad y en todo momento aumenta nuestro “control sobre nosotros mismos”.
La energía Kundalini sabe el estado de nuestro sistema sutil y por tanto podemos decir que “nos conoce totalmente” con nuestros defectos y cualidades y está en nuestro interior para ayudarnos en el proceso evolutivo.
Una vez que despierta, esta energía está siempre atenta a nosotros y en la medida que “establezcamos contacto con ella” (pidiéndola cosas positivas, confiando en ella, acordándonos de ella, etc.,) la energía Kundalini actuará en mayor medida, pues estamos reclamando su atención.
Deberíamos intentar tener una actitud en nuestra relación con la energía Kundalini de inocencia y humildad, viéndola como una “MADRE”, una madre sabia y amorosa, que trabaja sin descanso por nuestro bien.
La energía Kundalini “nunca nos causará ningún daño”, su efecto es curativo y tranquilizador. Su despertar se realiza en cada persona, con la intensidad que el estado de esta le permite, sin forzar nunca, sino de una forma natural y espontánea.
La energía Kundalini es también el “deseo puro”, que es el deseo de sentir el espíritu y ser uno con Él. Este es el deseo que mueve nuestra búsqueda y nuestra evolución.
Adoro en mi corazón a la Diosa Kundalini,
cuando surgió del Mooladhara, su morada,
para subir a su trono en el Sahasrara,
abriendo uno a uno los lotos de la vía real Sushuma.
Su belleza es como el fulgor del relámpago
y su cuerpo rezuma con la ambrosía del yoga.
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