Amarse a uno mismo.

El amor es la energía de la vida, del espíritu, de Dios. Es nuestra esencia curativa y armonizadora.

En mi búsqueda de amor he encontrado preciosas joyas que me han colmado de dicha y gozo interior. He sentido el amor a la naturaleza que con su exuberante belleza me transporta al reino de la paz. He sentido el amor a los niños que en su juguetona inocencia me llevan al reino del presente y de la pureza. He sentido el amor a mis hermanos que con su apoyo y aliento me ayudan a superar todas las dudas. He sentido el amor a Dios, que en su arrebatadora e intensa corriente me disuelve en un instante en un océano de dicha. Pero sin duda ahora que fijo mi atención en ello puedo ver que todas estas joyas han aparecido tras encontrar una llave mágica que me dio acceso a ellas. Esta mágica llave fue el amor a mí mismo, que me concede la solidez y la fe para creerme merecedor de cualquier bendición. Si no puedo amarme a mí mismo con amor sincero y genuino; ¿cómo puedo amar de verdad a cualquier otra cosa?

Aunque soy plenamente consciente de mis debilidades y de mis faltas, sé que soy merecedor de mi propio amor. Me amo con ternura como se ama a un bebe, pues aún soy un bebe que ha de aprenderlo todo. Me amo con paciencia, porque me equivoco irremediablemente tantas veces que he perdido la cuenta. Pero me amo y seguiré haciéndolo, porque se más allá de toda duda, que soy una minúscula célula de un Ser infinito y eterno que en esencia es puro y perfecto y merecedor de la más elevada devoción y respeto.

Y así deseo que todo el mundo se ame a sí mismo, pues cada ser lo merece y necesita.

Con todo mi amor para todos.