El universo entero sigue a lo largo del tiempo una serie de ciclos o fases que se repiten continuamente. El día y la noche, el frio y el calor, la luz y la obscuridad. Estos ciclos nos afectan e influyen, e impulsan nuestra evolución con una incansable energía.
El ser humano como cualquier ser vivo es afectado por estos ciclos, y sujeto a los incontables influjos de los diferentes planetas, estrellas, y de su propio karma es empujado repetidamente hacia estados de ánimo positivo y negativo irremediablemente.
Cíclicamente vivimos etapas en las que nuestra energía se ve menguada, nuestra suerte parece haber desaparecido y los problemas se acumulan uno tras otro. A continuación vivimos etapas de gran júbilo y gozo, de ensaltación espiritual y de gran armonía.
Estos ciclos siempre se han repetido y seguirán haciéndolo, y sus diferentes fases están bien explicadas y detalladas en el "I Ching", el libro de las mutaciones. Así pues, entendiendo que cualquier fase en la que ahora nos encontremos es transitoria y pasajera, permitamos que el desaliento no nos venza cuando atravesemos una etapa obscura, sabiendo que la etapa luminosa se está gestando y nos aguarda llena de bendiciones. Y tampoco dejemos que la etapa luminosa nos engañe haciéndonos creer que estamos por encima del sufrimiento, pues somos meros muñecos en manos del Único Ser Cósmico.
Pues sí.
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