lunes, 6 de octubre de 2014

La iluminacion colectiva

Como buscadores de la verdad y como yoguis nuestra meta es alcanzar la iluminación de nuestra conciencia. Pero en los tiempos modernos con el advenimiento de Shri Mataji Nirmala Devi y Sahaja Yoga esta meta de cada individuo se ha vuelto colectiva. No solo hemos de trabajar por alcanzar la iluminación en nosotros mismos sino que una vez que nos vamos aproximando a este estado el proceso natural y espontáneo es trabajar y ayudar a que la humanidad como un ser colectivo alcance la iluminación.

Cuando el ser humano avanza en su proceso evolutivo se convierte en un instrumento del Divino. Ahora bien; ¿Hasta qué punto el instrumento está trabajando de un modo positivo por dicha iluminación colectiva? A veces como sahaja yoguis pensamos que por el hecho de haber recibido la realización y meditar a diario nos hemos convertido en instrumentos del Divino. ¿Es así verdaderamente en nuestro caso? ¿Cómo podemos saber si somos un buen instrumento?

Como todos sabemos la energía Divina es Amor. Dios es Amor. Su fuerza Vital, Adi Shakti es su energía que se emitió de sí mismo. Nuestra Madre es ese amor incondicional.

Ser un instrumento del Divino significa haber alcanzado esa esencia en uno mismo, en nuestro propio corazón. Solamente cuando alcanzamos la experiencia de ese amor en nosotros mismos, cuando lo sentimos  y nuestra atención se establece en él, cuando gozamos de su belleza fluyendo desde nuestro interior, comprendemos que ese amor fluye de nuestro propio corazón, de nosotros mismos. Entonces comprendemos que ese amor es nuestra propia esencia, lo más vital de nosotros mismos. Entonces comprendemos que Madre no está fuera sino dentro de nosotros mismos. 

Esta es la unión eterna con Madre. Este es el verdadero Ananya Bhakti. Una vez que encontramos a Madre en nuestro corazón nos hacemos uno con ella para siempre. Sabemos que nosotros somos Ella. Llegaremos entonces a actuar siendo plenamente conscientes de que quien actúa es Ella. Incluso a veces podremos sorprendernos  y pensar; ¿Por qué hará Madre esto a través nuestro? Aunque después comprenderemos su juego. Alcanzar a Madre en nuestro propio corazón es el único modo de alcanzarla en todo lo que nos rodea. Es el camino para empezar a verla en los demás.

Esta comprensión transforma al instrumento de un modo mágico. Es un conocimiento vivo que alcanza las raíces de la conciencia y desde ese momento el individuo comprende la grandeza de su esencia y al mismo tiempo la belleza del instrumento. Conoce y experimenta lo Divino e ilimitado y lo humano y limitado. Realiza que lo limitado es propiedad y cuerpo de lo Divino e ilimitado. ¿Cómo volver a aferrarse entonces a la identificación con lo limitado? ¿Cómo volver a alimentar la semilla de la ignorancia que le hacía creerse un yo separado?

Solamente la experiencia profunda de nuestra esencia como Amor puede iluminar la conciencia y el cuerpo físico, mental y emocional con la luz del conocimiento. Como muy bien describe nuestra Madre ha de partir del corazón e iluminar el cerebro. Solamente el Amor que es Madre puede hacer ese trabajo.  Solamente el flujo de Madre puede alcanzar cada rincón del ser interior y colorearlo completamente con la luz del Amor Divino.  Parte del corazón, es decir, debemos encontrarlo y experimentarlo en nuestro propio corazón y se extiende e ilumina el cerebro. 

Pero ¿Qué proceso tiene lugar en el corazón que hace que nuestra conciencia alcance esta comprensión? En el corazón central está la residencia de la Diosa, es el templo donde la fuente del Amor Divino fluye incesantemente. Pero en el corazón izquierdo está el reflejo de Dios todopoderoso, el espíritu. Cuando empezamos a experimentar el amor en nuestro corazón y fijamos nuestra atención en él, el Amor que es la Diosa se une con el Espíritu que es la atención y la conciencia y la comprensión de que ese Amor es nuestra verdadera esencia aparece y se establece. Entonces comienza la expansión de ese Amor por todo el cuerpo y por el cerebro.

Cuando el cerebro recibe la luz Divina de la unión de Madre y Shiva, el Amor Divino y la conciencia, el proceso de unión del Ser individual con el Ser cósmico empieza a producirse. Este proceso de unión con el Ser Cósmico o Virata produce un flujo natural del Ser individual y el Amor que este experimenta hacia el Ser colectivo. La atención individual se focaliza entonces en expandir este Amor a la humanidad como un todo.

En la era moderna donde muchas almas han despertado al deseo puro de alcanzar el estado de  espíritu el proceso de iluminación colectiva ha comenzado.

Al igual que en el individuo la luz del Amor comienza en el corazón y se extiende al cerebro, en el Ser Colectivo ocurre del mismo modo. Primero  algunas células del Ser Cósmico, algunos individuos, alcanzan esa esencia en su interior y entonces el  Amor por la humanidad fluye de ellos a través del Ser sutil del Virata alcanzando a otras células hasta que finalmente el Ser colectivo, la humanidad como un todo realiza su esencia Divina y despierta al conocimiento iluminado.

En el proceso de iluminación colectivo el primer paso es el despertar del amor por la humanidad en el corazón de los individuos. Ese es el trabajo del instrumento Divino. El flujo del amor desinteresado por la humanidad ilumina a su vez poderes más sutiles dentro de los individuos. 

Todo esto no significa en si haber alcanzado la meta final de iluminación total, sino que es solamente una parte del camino. Aún el proceso de iluminación del Amor ha de alcanzar mayor profundidad. Mas el individuo desde ese momento sabe que él no es el actor, no es ningún protagonista. La esencia, el Amor, vive en su interior, la esencia vive en todo y todos, la esencia trabaja y actúa con inteligencia y sabiduría propia. El individuo solamente atestigua el proceso y ya sin ansiedad por alcanzar la meta aguarda el proceso natural donde nuevas dimensiones de lo sutil empezarán a manifestarse. El individuo sabe de lo pequeñito de su parte limitada y desea intensamente que lo limitado sea aún más pequeño hasta que desaparezca. Su deseo y gozo está en experimentar lo ilimitado de esa fuente inagotable de Amor continuamente.
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