miércoles, 31 de marzo de 2010

La atención, el espíritu y el cerebro.

La atención, el espíritu y el cerebro son tres aspectos primordiales en el ser humano, y de gran importancia en nuestra evolución espiritual. La completa integración de estos tres aspectos nos lleva a un profundo estado de realización espiritual.

Para alcanzar la completa integración entre estos tres aspectos, primero debemos establecer una relación adecuada entre la atención y el cerebro. En el cerebro acumulamos todas nuestras tendencias mentales, que nos hacen reaccionar ante el mundo y que nos hacen crear multitud de cadenas de deseos, preferencias y aversiones. Aunque todo esto está de algún modo almacenado en el cerebro, es por medio de la atención que se ve fomentado y mantenido en el mismo cerebro. Cuando nuestra atención se dirige hacia alguno de estos aspectos la mente se ve completamente absorvida por ello, produciendose entonces un apego a dicha tendencia mental, que en general suele conducir al sufrimiento y a la tensión interior. Sería como un carruaje de caballos donde los caballos representarían a la atención, que arrastran al carruaje que simbolizaría al cerebro. De este modo, allí donde va nuestra atención, allí va nuestra mente, viendose así afectada por ello.

Sin duda alguna, la atención recibe su primer impulso de la misma mente y de sus tendencias, y una vez que se pone en marcha a través de los pensamientos que surgen, dirige a la misma mente a su antojo. Entonces no hay ningún control de la mente sobre dicha atención. La atención en este caso se vuelve como un caballo desbocado que galopa por doquier, sin poder ser controlada por el jinete.

La atención que debería conducirnos hacia el espíritu, para permitirnos experimentear nuestra verdad última, se digire en cambio en la dirección opuesta, envolviendo a la mente en el materialismo, en la depresión, o en la euforia.

El primer paso para la completa integración de estos tres aspectos primordiales es la purificación de la atención. Esto se consigue manteniendo una actitud vigilante sobre la misma atención, observando continuamente hacia donde se dirige esta. ¿Que estoy pensando? ¿Que estoy sintiendo? ¿Qué estoy mirando? Este ejercicio de observación tiene un efecto purificador y equilibrador sobre nuestra atención. Además, cuando observamos con claridad nuestra atención, descubrimos las tendencias mentales en nuestro interior, que tratan de impulsar a la atención en determinada dirección.

Cuando observamos la atención nos identificamos con nuestro espíritu, ya qque solo desde el espíritu podemos observar la atención. Este ejercicio se puede hacer fácilmente después de la realización, ya que Kundalini en su ascenso ha despertado al espíritu.

La atención es en cierto modo como un músculo más del cuerpo humano, y puede ser ejercitada y fortalecida a través de la práctica sincera. El ejercicio de observación de la atención puede ser considerado como introspección, y es junto con la meditación los dos pilares principales de nuestro ascenso espiritual.

Allí donde va nuestra atención, eso absorvemos en nuestra conciencia. Si ponemos nuestra atención en algo negativo, inmediatamente sentiremos su efecto en nuestro interior como una reacción negativa. Por el contrario poner nuestra atención en aspectos positivos tiene un efecto tranquilizador y positivo en nuestra conciencia. Fijar nuestra atención en el espíritu, en la experiencia de Ser, de existir, sin añadir a esta experiencia la multitud de conceptos y formas que elabora el cerebro, nos afianza en dicha experiencia permitiéndonos recibir de este modo toda la energía amorosa de nuestro propio espíritu.

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