domingo, 5 de septiembre de 2010

Más allá de los gunas

Somos espíritu, aunque este esté dentro del cuerpo.

El cuerpo está ahí y podemos percibirlo claramente. Está el cuerpo físico sujeto a las leyes de la naturaleza y a los pares de opuestos. También está el cuerpo emocional, influenciado por un mundo incontrolable de emociones, deseos y miedos. También está el cuerpo mental que proyecta en la inmaculada pantalla de la experiencia, un infinito flujo de pensamientos e ideas. También está el cuerpo sutil con sus nadis y chakras, que expresan los tres gunas primordiales, y que puede ser afectado por energías externas a nosotros de variada índole.

Todos estos cuerpos son asumidos por el ego como el yo verdadero, aunque esta sea una ilusión bien declarada por todas las escrituras sagradas. No somos el cuerpo, ni la mente, ni las emociones, ni siquiera el cuerpo sutil que despliega las esencias divinas en nuestra personalidad.

Somos espíritu. Si, bien, pero, ¿he de creérmelo tan solo porque alguien lo diga, o por leerlo en algún libro?

El espíritu solo puede ser experimentado por el mismo espíritu. Esta es una experiencia viva. Cuando esta experiencia se empieza a manifestar en el ser humano, aunque sea en alguna situación esporádica, adquirimos la llave para dar un salto evolutivo al estado del Ser Puro. En este estado aprendemos a identificarnos progresivamente con nuestro verdadero Ser, el Espíritu. Cuando nos identificamos con el espíritu, al mismo tiempo nos desidentificamos de nuestras envolturas pasajeras que son los cuerpos que sirven de asiento al espíritu divino. En esta situación ya no estamos afectados por los tres gunas, rajas, tamas y satva. Vivimos más allá de ellos en un estado de equilibrio, paz y gozo interior. Percibimos todo los que nos rodea, así como nuestros cuerpos con sus diferentes estados y fases, discriminando perfectamente lo que somos verdaderamente de lo que no. En este estado los chakras se mantienen en un estado de apertura, sin bloqueos ni obstrucciones. Este estado es real y posible, es sin duda nuestra meta segura. En este estado actuamos sin actuar, porque no nos identificamos en ningún caso con los órganos de acción.

El ascenso de kundalini por el canal central y su unión con el espíritu, nos llevan a esta experiencia transcendental, que cambia de un modo profundo nuestra percepción.

Pero esto ha de ser una experiencia real, y no un juego mental de nuestro ego, que imaginándose ser un ser espiritual asuma el control de nuestro ascenso. En ese caso no podremos estar más allá de los gunas, sino que seguiremos influenciados por ellos y arrastrados por su torrencial corriente.

1 comentario:

  1. Querido José.

    Casi como un cuento pero con el tema de las Gunas he publicado mi post, una sincronia importante.

    Me ha gustado mucho el tratamiento de esta enseñanza, de gran profundidad.

    Un abrazo.

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